martes, 24 de febrero de 2009

Un paisaje pintado por Dios





























Así lo pronuncian en los panfletos del turismo que se aplican a la Patagonia, una tentación divina, ver la mano de Dios en todas partes, la abundancia, la armonía, la exaltación de la grandeza, Sin dudas, hay un lugar en el mundo que tiene la gracia divina, Patagonia, un lugar para perderse en la piel de cada uno.

La salida de Esquel, nos metió directamente en la hostilidad del Ripio. Primero pistas anchas de buen trazo, nos fue devolviendo a las montañas y lagos, el paisaje alpino con las cumbres nevadas, era la tónica hasta el control aduanero chileno. Volvemos a chile por el paso de Futeleufu, lugar donde descubrimos la huella del volcán Chaitén.

El cráter se encuentra 40 km. Hacia el pacifico y el manto de cenizas, lo ha trasladado el viento a más de 100 km, hacia el interior de Argentina. Futaleufu, deja constancia de su actividad, con un pueblo envuelto en el hoyín blanco de ese dragón enfurecido. Las rocas, los bosques, las cabañas, todo tiene color difunto, pero la vida sigue, y el río y las próximas lluvias se encargarán de lavarle la cara a la tierra.

Las pistas se van volviendo mansas, y hay que afinar el tacto para no caer al lago, o salir del trazado, invita a la diversión, y el ritmo de crucero va en aumento, el tramo hasta Santa lucía es una exaltación, tipo “mil lagos” de la divina providencia. El río Futaleufu, Es hermoso, caudalosas aguas turquesas, cautivan la mirada y el flechazo hiere el alma.

Nuestros amigos Oscar y Margarita y Julio y Cristina, son los que llevan la peor parte pues, con pasajeros, los agujeros negros en la pista, como dice Julio, son ejercicios de ver cuantos fallas. La llegada a Puyuhapi fue premiada con la caída de la tarde, y el espejo del Fiordo en la nueva reserva nacional de Queubat,

Aquí por fin, he visto la vía láctea, no la que imaginan mirando el cielo, habló de la real, la autentica, he disfrutado en la pecera del desierto de Mauritania de una noche en vela mirando la bóveda celeste, y congratulando mi ignorancia. Mirar al cielo en el Sur, simplemente, es ver lo que no conoces. Cielo limpio y brillante. Espejo del universo. Comunión espiritual con las estrellas.

La Etapa de mañana, será 290 km. De ripio y polvo. Nos vamos a Coyhaique, giramos levemente al este para evitar, los grandes fiordos, ahora empieza la otra lucha la de rodear tanta agua. De momento todos bien, expectantes e impactados de tanta exaltación de la naturaleza.

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