viernes, 27 de febrero de 2009

Ruta 40, los toboganes de la tierra






















Hoy no les puedo contar mucho, pues estamos en una parte de Argentina, un poco alejada del mundo actual, no hay luz eléctrica, ni internet, estamos en la estancia de los toldos, las estancias son fincas o fundios, como dicen acá, de enormes hectáreas de terreno, esta tiene 45.000 metros, es decir media España.

La salida de Cohaique fue la continuidad de la transición a la que estamos asistiendo cuando abandonamos la selva, esta completa ciudad chilena, tiene mucha actividad industrial y su importancia resalta en el orden de sus calles y bullicio mañanero, Pronto salimos de la urbe para girar al este y abrir el campo, que poco a poco va perdiendo sus montañas

Balmaceda, le toca esta vez cedernos el paso de su frontera, un pueblo abandonado en la soledad de los páramos, casas de madera mal alineadas y un notable estado de abandono dejamos chile con nostalgia, pues el cambio de paisaje ha sido tan radical. Que ahora estamos metido en medio del desierto, un desierto poco alentador, aquí empieza el calvario del ripio, para algunos. Hay que mantener la moto firme surfear, saltando baches.y piedras de todos los tamaños.

Después de casi 100 kilómetros de luchar con los elementos, tomamos la mítica ruta 40 que baja del norte, nace en la frontera con Bolivia y acaba en las islas Vírgenes al oeste de las tierras del fuego, es la que tomó el Che Quevara, con la triumph para descubrir el Sur, Sigue estando de ripio e igual de mala, que la anterior por momentos.

La parte divertida que justifica el titular, viene al descender los grandes valles, Ahora con mejor ripio, enormes toboganes con peraltes de más de un metro en las bandas, veinte metros de ancho, y curvas generosas que permiten derrapar con dulzura, fue un autentico placer abandonarnos en este juguete de la tierra.

En el pueblo Perito Moreno, no confundir con el Glaciar, que descubriremos en su momento. Recuperamos el pavimento y cargamos gasolina y víveres para el viaje. De mañana, Continuamos 60 kilómetros más de asfalto más ocho de tierra para llegar a esta estancia. Que les contaba al principio,. Cerca de aquí, a unas dos horas de camino se encuentra la Cueva de las manos, pinturas rupestres con más de 10000 años de antigüedad, a la que decidimos no acudir para recuperar fuerzas.

Ale, nuestro mecánico chileno, ha tenido un detalle al traernos el calafate una especie de moras, que crecen en los matorrales bajos, y que tiene un agradable sabor. Aquí conocemos a Julián otro español aventurero, que viaja solo y que nos contó su tragedia al verse asaltado y apaleado por unos desalmados cuando visitaba la isla de chiloe, está recuperado de la lesión de costillas. Y quiere continuar con nosotros al sur.

La etapa de mañana otra propina de algo más de 300 km. Ripio, afuera en esta madrugada siendo el viento, que arrecia con fuerzas esta hacienda, y puede ser otro enemigo añadido al ripio, las grandes llanuras de soledad, serán a partir de ahora nuestra compañera de viaje. Esperamos continuar como hasta aquí, con la suerte del tiempo a favor y la entereza del equipo.

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