martes, 10 de marzo de 2009

EL VIENTO NOS PONE A PRUEBA
























































La ciudad Río Grande, está anclada a orillas del Atlántico, Aires costeros del otro lado del océano, ligero toque ambiental de las ciudades del cono sur. Colorida, casas bajas de Madera, y calles amplias, con buenas distribuciones de complejos residenciales. Sin duda es la ciudad más grande y comercial de la isla de Tierra del fuego.

Partimos muy de mañana, tras el generoso desayuno, había que avanzar la dura etapa final compuesta por 130 kilómetros. De Ripio y cerca de 300 de asfalto. Una tirada para despedir esta magnifica aventura, parece que estamos de suerte nuevamente la salida con lluvia tenue, dio paso a un día despejado y azul.

Pronto despedimos la frontera Argentina y al país, después de haber entrado en su territorio cinco veces en todo el viaje, la causa principal de estos menesteres, es la imposibilidad de bajar de Osorno a Ushuaia, por chile y por carretera, ya que la tierra se ha desmembrado tanto con los mares, canales, bahías, lagos, picos, glaciares que hace aguas por todos lados.

La ruta 40, dentro de la carretera Austral ha sido diseñada y mitificada por todos los aventureros que deciden bajar al fin del mundo, alternando los dos vecinos países, como el enlace directo más viable, hacia el sur, Hay una alternativa yendo hacia Río Gallegos y tocando la costa Argentina con el incremento sustancial de kilómetros que significa el rodeo, y nunca con la misma magia de ser pasajero de la ruta 40.

Pasando San Sebastián, empieza a soplar fuerte, el viento se crece y nosotros tenemos que circular en oblicuo, es incomodo, por las rachas, te sacan del carril y te lleva al otro sin poder hacer nada, bajamos el ritmo, por la seguridad. Hasta el canal de Magallanes, hicimos un sobre esfuerzo, para llevar la moto derecha. Vimos varios accidentes sin mayores consecuencias para los viajeros, Un guanaco asustado se empotró de frente contra un Ford Ka, quedando los dos inservibles.

Las grandes llanuras con cielo abierto y despejado son sinónimo de viento seguro, es la parsimonia de un paisaje que cambia a favor del desierto, sin bosques ni montañas que frenen este elemento, Continuamos hasta Punta Arenas en un asalto final de 200 kilómetros con el canal abierto como único compañero de viaje.

Punta Arenas es la perla y el orden en el Sur, sus amplias calles, comerciales y diáfanas, le dan aire de colonialismo e inversiones, mucha gente joven pasean en la tarde de sábado, tiene grandes edificios de valor arquitectónico en el centro. La moda de los carros tuneados con música dando vueltas a las cuadras, las corrientes de las marcas de productos, enseñan entre pandillas juveniles una emergente sociedad de consumo.

En la cena de despedida, hubieron palabras de valor y experiencia por parte de todos, la combinación de hacer piña en un grupo compacto, funcionó por inercia, los buenos momentos dejaron gratos recuerdos en un viaje para enmarcar, se ha realzado el valor de la amistad, y el intercambio de culturas, en próximos comentarios, expondremos las palabras de todos los amigos que han compartido esta maravillosa experiencia.

Seguimos conectados, Ahora toca descansar un rato, pues mañana empieza el retorno, y otras visiones del viaje a la Patagonia.

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