jueves, 5 de marzo de 2009

ESTRECHO MAGALLANES, Continuamos al Sur





































Dejamos puerto Natales con cierta nostalgia, me cae bien este pueblito de mar perdido en las montañas, una contradicción que justifica, lo cerca de mil kilómetros que el mar se ha colado en la tierra. Aquí no hay olas es como si fuera un lago salado, que sirve de espejo de las cordilleras y ambientador marino.

Las grandes llanuras onduladas nos hacen de corredor sobre un pavimento de hormigón, muchas familias de Ñandús, esas gallinas enormes, de la familia del avestruz, pasean y comen por las orillas de las carreteras, un paisaje monótono donde se suceden los campos de pastos sin árboles, las estancias de pastoreo,

Paramos en una antigua estancia colonial inglesa de preciosa estampa, un bar de carretera con aire inglés de principio de siglo, nos invitaron a un chocolate caliente, para sacudir el frío mañanero, hoy partimos a cero grados, y hasta que la mañana no despeje, es difícil llegar a los diez, en contra de las previsiones, el día se mantuvo claro con un sol alto, hasta el tiempo está de nuestra parte, y ayuda a avanzar.

En el cruce de Punta Arenas el amigo Julio tiene que retirarse de la expedición, toma vuelo a Santiago, nos despedimos agradeciendo los bonitos días que hemos compartido, y dejando que el mundo gire, nosotros cambiamos rumbo al este, nos vamos a Punta delgada, con el olor cercano del estrecho.

La parada en San Gregorio, nos recordó las salitreras de Humbestone en Iquique, solo que esta vez la causa era otra, el Galpón de la esquila, que aún se sigue usando, ver los Bellones de alpaca, empaquetados y las distribuciones de la industria en estado de abandono, por la falta de sensibilidad de los gobiernos y su abandono del sector agrícola.
Dos enormes barcos yacen abandonados en la playa, cono testigos de un pasado glorioso.

El estrecho de Magallanes es un respiro y meta de muchos viajeros antes de pasar a las tierras del fuego la otra gran isla, que nos queda por descubrir en los próximos días, las barcasas que transportan los vehículos que cruzan el canal, parten cada media hora, desde ambas orilla, la corriente marina que se aprecia desde tierra hacen que los barcos crucen de lado por la fuerza del arrastre de este. Nos es difícil imaginar, el olfato de Magallanes, al ver como arrastraba su barco tierra adentro este enorme canal.

La tierra del fuego y sus primeros kilómetros son continuidad de la península. Como la piel esquilada de un cordero, llanos inmensos de ese amarillo pastoso, con cielo claro, y pocas nubes bajas, las suaves onduladas nos llevan a Cerro Sombrero, como único enemigo el viento y los pesados camiones que te sacuden en la cara a su paso.

La etapa de mañana será otro maratón de 420 km. Tenemos que llegar al fin del mundo Ushuaia, es la meta del sur, antes debemos volver a Argentina por el paso de San Sebastián, nos huele a melancolía de final de aventura, aunque nos quedan tres largas etapas aún, seguiremos destilando estos últimos latidos de conquistadores modernos,.

Buenos días España, Buenos días Canarias.

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